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Posts Tagged ‘Usos y costumbres’

El beaterio de la Merced de Santurtzi es una institución completamente desconocida en nuestro municipio. Hasta ahora, solo el párroco Luis Emiliano Pinedo había investigado el tema en los años 70 del pasado siglo, pero como no llegó a publicar sus estudios, recogidos en un manuscrito titulado apócrifamente Santurce: apuntes históricos, no ha tenido la adecuada difusión. Tampoco disponía de los medios actuales y se limitó a consultar detenidamente los libros de la parroquia de san Jorge, que no es poco. Así que, aprovechando que en 2018 se celebra el octavo centenario de la orden de la Merced, voy a publicar ordenadamente todas las referencias que he ido recopilando sobre esta desconocida entidad religiosa santurtziarra.

Beatas era la denominación que en el pasado se daba a ciertas mujeres piadosas que vivían apartadas del mundo, o bien solas, o bien en beaterios, es decir, en pequeñas comunidades vinculadas en ocasiones a la tercera orden franciscana o a la orden de los predicadores (dominicos). Envueltas a menudo en una aureola de santidad, gozaban de cierto prestigio entre las clases populares. En el caso de Santurtzi, el beaterio existente estaba vinculado a la orden mercedaria.

Esta advocación tiene su inicio hace 800 años, cuando la Virgen María, en su advocación de Virgen de la Merced, se apareció el 1 de agosto de 1218 a tres ilustres barceloneses: a san Pedro Nolasco, quien sería precisamente el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón el conquistador y a san Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro general de su orden de predicadores y confesor del primero. Diez días después de la aparición, los tres caballeros se encontraron en la Catedral de Barcelona y compartieron haber tenido la misma aparición: la Virgen María les pedía la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. Sería la Orden de la Merced para la redención de los cautivos.

La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con el escudo de la orden en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos del cautiverio.

Un personaje femenino muy importante en la orden, de hecho la primera religiosa mercedaria,  fue santa María de Cervelló (Barcelona, 1230-1290). Es también conocida como María del Socorro por los relatos que cuentan que fue vista, en vida y después de muerta, acudir en ayuda de las naves de la redención en medio de enormes tempestades. Se le invoca como patrona de navegantes para evitar naufragios y por lo general se le representa con una embarcación en una de sus manos. Este aspecto me parece muy interesante a tener en cuenta en una población como Santurtzi que durante siglos fue patria de cientos de mareantes.

En 1384 la Orden de la Merced fundó el convento de Santa María en Burtzena (Barakaldo) que tuvo un notable influjo en el territorio. Tiempo después, la Orden de la Merced abrió numerosos beaterios a cargo de laicos, que se ponían al servicio de la obra de redención de cautivos. Fueron de gran ayuda para la colecta de limosnas y para la acogida de los cautivos liberados que volvían enfermos o sin medios. Estos beaterios vizcaínos florecieron al amparo de la comunidad de Burtzeña: Santurtzi (anterior a 1464?), Bilbao (1514), Deusto (1520), Markina (1545), Arrankudiaga y Larrabetzu (circa 1548), Berriz (1550), Ibarra (1563) e Ibarruri (1594). De este último se conserva el edificio, que ostenta el escudo de la orden en la fachada. Así podría haber sido el aspecto del beaterio santurtziarra.

Durante la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, siglos XV-XVI, convertirse en beata fue un fenómeno ampliamente documentado. En aquellos siglos no estaba bien vista la soltería femenina, pero profesar en una orden religiosa no estaba al alcance de mujeres sin recursos ya que era obligatorio aportar una elevada dote para ingresar en el convento. De forma más o menos espontánea un grupo reducido de mujeres laicas, las beatas, se juntaban voluntariamente para vivir en común y dedicarse a la oración, al trabajo y a ejercer tareas de enseñanza (catequesis) o labores piadosas y caritativas. Pero no vivían en clausura ni profesaban votos como las religiosas (monjas). Casi todos los municipios importantes tuvieron algún beaterio.

A partir del Concilio de Trento se exhortó a los beaterios a convertirse en monasterio o convento con los tres votos solemnes de pobreza, obediencia y castidad, y el cuarto de clausura. Como medida de presión se prohibía recibir nuevas novicias a los beaterios que no impusiesen la clausura.  Es decir, si un centro no aceptaba imponer la norma, estaba abocado a extinguirse. Muchos beaterios se opusieron puesto que la clausura impediría desarrollar actividades de las que dependía el sustento económico de estos beaterios: su dedicación a la enseñanza religiosa de niños y doncellas y al adiestramiento en las labores y gobierno de la casa, la visita y el cuidado a enfermos que carecían de familia, amortajar a los difuntos, otros trabajos manuales, etc.

Por alguna razón desconocida, el beaterio de Santurtzi, pudo continuar sin tener que transformarse en convento de clausura. En Bizkaia solo encontramos otra excepción, el beaterio de las agustinas de Markina (se extingue en 1846 con la muerte de la última beata, como sucede en Santurtzi).

La historia de los beaterios y su transformación en conventos ha sido estudiada en profundidad por Nere Jone Intxaustegi. Dos artículos suyos son de lectura recomendable: Beatas, beaterios y conventos: origen de la vida conventual femenina vasca y Beatas y beaterios vizcaínos: desde el nacimiento medieval a la extinción del siglo XIX.

En este último la autora señala la existencia de dos beaterios en Santurtzi, el adscrito a la orden de la Merced, protagonista de esta entrada, y otro adscrito a la Tercera Orden de San Francisco, cuya patrona es Santa Isabel de Hungría, por lo que las beatas fueron conocidas como terciarias o isabelinas. De las isabelinas de Santurtzi dicen que en 1631 seguían sin haber abrazado la clausura y que la comunidad desapareció con la muerte de la última beata (antes de 1655).

Como ocurre en otros muchos ámbitos de la historia de Santurtzi, desconocemos la fecha exacta de fundación del beaterio y el nombre del fundador o protector que dotaba inicialmente con una serie de bienes a la institución. Tampoco sabemos si se adscribió desde el comienzo a la Orden de la Merced, aunque es probable dada la cercanía y la reputación del convento de Burtzeña. Y son muy escasas las referencias que encontramos a lo largo del tiempo.

La primera referencia cronológica la encontramos en la biografía de Lope García de Salazar (1399-1476) realizada por Sabino Aguirre Gandarias. Según cuenta, a raíz de una riña conyugal, Juana de Butrón y Mujica la esposa del cronista se separó definitivamente y en 1464 se retraxo a un monasterio de Santursi en una casa situada cabe la iglesia de las beatas. No sé si este beaterio se corresponde con el mercedario o con el terciario-isabelino.

La segunda referencia conocida data de 1574. Se trata del testamento otorgado por Pedro de la Torre,  vecino de Mamariga, en el que se cita el beaterio de la Merced y a una de las beatas, la primera que conocemos por su nombre: Madalena de Nocedal.

Tenemos noticias de otra beata nacida en Galdames en 1609, Magdalena Ballibian Achuriaga. José María Urrutia Llano en su obra La casa Urrutia de Avellaneda, publicada en 1968, dice literalmente que fue monja en el convento de Nuestra Señora de la Merced en Santurce. Es evidente, a la vista de lo comentado, que utiliza los términos monja y convento como sinónimos de beata y beaterio.

Las beatas, adscritas a la citada Orden de la Merced, presentaron para su aprobación sus  ordenanzas al arzobispo de Burgos en 1688, a cuya jurisdicción pertenecía Santurtzi. En el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia se conserva el documento, fuente de información imprescindible para conocer sus normas de funcionamiento, usos y costumbres. Este documento se reclama tras un previo auto de visita pastoral (de inspección), visitas que más o menos regularmente se realizaban en cada diócesis. En sucesivos autos de visita reflejados en los libros de la parroquia de san Jorge (1705, 1708, 1724, 1739, 1800) se menciona el beaterio y se añade información adicional sobre sus reglas y prácticas. También aparece mencionado en otro tipo de documentación. En 1769, en respuesta a la demanda del Vicario, el párroco de san Jorge le informa que en el beaterio de la Merced viven siete beatas.

De 1744 se conserva un interesante protocolo notarial de Matías de Villar, una compraventa. La madre comendadora Rosa de Nozedal, y las beatas San Joseph de Balparda, María de Trinidad San Pedro de los Heros, y Francisca de Mercedes y Nozedal, venden al matrimonio formado por Joseph de Echavarria y María de Larrazabal un terreno por 100 ducados de vellón.

El diez de marzo de 1754, la santurtziarra Marina del Valle otorga una escritura de fundación de censo en favor del beaterio de Nuestra Señora de la Merced del Concejo de Santurce, ante el escribano Manuel Antonio de Aranguren. El citado censo era una especie de contrato hipotecario, una forma de pago aplazado, instituido por la madre de una futura beata para dotar a su hija, Brígida del Valle, para que pudiera ingresar en el beaterio. El pago de los réditos de este censo se incumple en 1793 y el beaterio demanda al entonces propietario de parte de los bienes hipotecados, entre los que se encuentra una casa en el barrio de Mamariga.

En 1794, el sacerdote Manuel de Salcedo escribe una detallada descripción de nuestro municipio que remite al geógrafo y cartógrafo Tomás López de Vargas Machuca (Madrid, 1730-1802) para la confección de su inconcluso diccionario geográfico-histórico. El manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional en Madrid, pero existe una copia microfilmada en la Biblioteca Foral de Bizkaia. Respecto al beaterio dice lo siguiente:

Y así se refleja en el primer volumen del citado diccionario, publicado en 1802:  Hay finalmente un beaterio de nuestra Señora de la Merced en Santurce.

En el Censo de Policía realizado entre 1825 y 1826 cuatro mujeres (censadas en el Tercio de Cabieces) declaran como estado u ocupación la de beata de la Merced. Son las siguientes: sor María Antonia, sor Mercedes, sor Nicolasa y sor Trinidad. Todas ellas dicen ser naturales de Santurtzi. En aquel momento declaran tener entre 48 y 56 años de edad.

Durante la regencia de la reina María Cristina se inicia un proceso conocido globalmente como la desamortización de Mendizabal.  Entre 1835 y 1837 se firman una serie de reales órdenes por las que se suprimen los conventos de órdenes religiosas (con algunas excepciones, como escolapios y hospitalarios y las Hermanas de la Caridad), se expropian sus bienes y se ponen en venta. El beaterio de Santurtzi es uno de las instituciones religiosas afectadas. El intercambio de correspondencia que se conserva entre la Comandancia General de Vizcaya, la Diputación del Señorío de Bizkaia y la Diócesis de Santander (a la que pertenece Santurtzi entre 1760 y 1862) en la que se cita expresamente el beaterio santurtziarra no aclara el asunto. Pero, en mi opinión, fue probablemente suprimido como institución entre 1836 y 1837, ejecutando las citadas reales órdenes y demás decretos complementarios.

De las beatas registradas en el Censo de Policía, el grupo de genealogistas santurtziarra SGZ ha localizado las partidas de defunciones de tres de ellas. Sor María Antonia se nos resiste. Son las siguientes:

  • sor Mercedes Quintana Barco fallece el 7 de febrero de 1840.
  • sor María Rosa de la Santísima Trinidad Escarzaga fallece el 12 de junio de 1845.
  • sor Nicolasa del Espíritu Santo Zuazo Balparda fallece el 13 de diciembre de 1851. Esta partida es muy interesante pues el párroco consigna que era la última beata que existía en el suprimido beaterio de la Merced de Santurtzi.

En 1850, en el auto de visita del obispo de Santander se recoge el inventario de los efectos trasladados a la iglesia de san Jorge que pertenecieron a la ermita del desaparecido beaterio de la Merced. Entre ellos se cita un retablo de madera con las efigies de la Virgen de la Merced, san Pedro Nolasco, y santa María del Socorro.

Durante su larga existencia, aproximadamente tres siglos,  el número de beatas vinculadas al mismo tiempo al pequeño beaterio de Santurtzi siempre fue muy reducido: entre tres y siete. La comunidad se sometía a la autoridad de la madre comendadora. Era elegida por la comunidad para un periodo de tres años, sin posibilidad de reelección consecutiva.

Vestían las beatas de ropa interior modesta y sobre ella el hábito blanco mercedario de tejido basto de estameña o su similar llamado anascote. Sus austeras celdas, únicamente decoradas con alguna imagen de devoción carecían de mesa o escritorio y aún de puerta, haciendo sus funciones una cortina de tela. Dos almohadas, dos colchones y un jergón junto a dos mantas completaban el aderezo de la habitación. Dada la pobreza del beaterio todo ello había de ser aportado por la nueva beata.

El día a día de las beatas transcurría entre el tiempo dedicado al trabajo y a la oración. La jornada comenzaba a las cinco y media de la mañana en verano y una hora más tarde en invierno. Realizaban las tres comidas diarias a las seis, las diez y a las seis (una hora más tarde en invierno), siendo preparadas por la hermana refitolera. Asistían diariamente a misa a la iglesia de san Jorge. Caminaban en formación de dos en dos y sin pausa, sin pararse a conversar con seglares y menos aún con hombres, aunque fueran sus padres, hermanos o familiares. Las salidas del beaterio no podían realizarse en solitario, siempre tenían que ir al menos dos beatas juntas.

Los hombres no podían acceder al edificio excepto el médico, oficiales de oficios para realizar reparaciones o el sacerdote a administrar la extremaunción. En este último caso podía ser acompañado de cualquier persona para visitar a la enferma. Ningún hombre podía pernoctar en el beaterio. Las mujeres sí que podían acceder a las celdas para visitar a las beatas, pues como hemos comentado, nunca adoptaron la clausura.

He dejado para el final la cuestión de la situación del beaterio. De las beatas de Santurtzi no ha quedado casi ningún recuerdo, pero el edificio utilizado como beaterio subsistió mucho más tiempo reconvertido en escuela de primeras letras. Es posible que en sus cuatro siglos de vida cambiara de lugar hasta ubicarse finalmente en la sede que conocemos, empleada después como escuela, la de Fermín Repáraz. En la actualidad, en ese solar se ubica el edificio que acoge el euskaltegi y la escuela de idiomas. Luis Emiliano Pinedo lo ubica un poco más arriba, en la intersección entre la calle José Gurrutxaga y el grupo de viviendas 8 de marzo, justo debajo de Fontuso, apunta Carlos Glaría. En el Censo de Policía de 1826 las beatas están censadas administrativamente en el Tercio de Cabieces.

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Como comentaba en la entrada precedente, dedicada al cementerio viejo, la primera propuesta para trasladar el camposanto de ubicación data del 30 de abril de 1910. Es evidente que el casi centenario cementerio es insuficiente para un municipio cuya población casi se había triplicado en los últimos años. Además, está enclavado en el centro el pueblo, junto al hospital asilo y las escuelas municipales y en un plano superior por lo que se producen filtraciones de líquidos de putrefacción en la capa freática con el consiguiente peligro para la salud de los santurtziarras.

A finales de 1923 el Ayuntamiento decide emplazar el nuevo cementerio en el barrio de Kabiezes, entonces poco poblado. La Comisión de Fomento expone que las campas de Bizio en Cotillo cumplen con los requisitos exigidos para construirlo y se encarga al arquitecto municipal Emiliano Pagazaurtundua el proyecto. Del mismo destaco dos planos: el primero  que nos indica a quienes correspondía la propiedad de los terrenos y el segundo en que vemos la organización interna del cementerio, así como el diseño de la capilla, portada de acceso y tumbas. La flecha roja señala el cementerio civil, separado y con acceso propio.

En marzo de 1928 se adjudican las obras al contratista Juan Dimas Garmendia, vecino de Portugalete, por la cantidad de 92.100 pesetas, y dos años después, el 20 de mayo de 1930, se procedió a la clausura del viejo cementerio y a la inauguración del nuevo cementerio. La prensa de la época reseñaba la noticia con detalle.

Durante la II República los cementerios se secularizan y pasan a depender exclusivamente de las autoridades municipales a partir del 9 de julio de 1931. A partir del 8 de enero de 1932 se permite la cremación. Todas estas transformaciones se recogen en la ley de cementerios municipales y su posterior reglamento. La ley, de 30 de enero de 1932, da inicio con «Ios cementerios españoles serán comunes a todos los ciudadanos, sin diferencias fundadas en motivos confesionales», para proseguir con artículos que contemplan la colocación de la inscripción Cementerio Municipal en las portadas, la práctica de ritos funerarios únicamente en la sepultura, y la desaparición física de las tapias separado ras de los cementerios católico y civil. Toda guarda, administración, régimen y gestión corresponderán a los Ayuntamientos.

Quizás en ese momento se sustituye la inscripción Requiescant in pace que aparece en el proyecto por la que actualmente vemos en el acceso al cementerio.

Durante los primeros años de actividad del nuevo cementerio se procede adjudicar nuevas parcelas de terreno a aquellos vecinos que lo solicitan, muchos de ellos a cambio, en permuta, de las que ya tenían en el cementerio clausurado. Anastasio Amesti, el maestro cantero, edificará casi todos esos nuevos panteones.

El triunfo de los sublevados contra la legalidad republicana significará una vuelta atrás en lo que se refiere a legislación y práctica de enterramientos. Con anterioridad al fin de la guerra civil ya se establecen varias disposiciones en ese sentido. La Ley de Cementerios de 1938 desprende el máximo espíritu confesional: las autoridades municipales restablecerán en el plazo de dos meses, a contar desde la vigencia de esta ley, las antiguas tapias, que siempre separaron los cementerios civiles de los católicos.

Se reconocen y devuelven a la Iglesia y a las parroquias los cementerios incautados, quedando bajo la total jurisdicción eclesiástica los cementerios católicos, y bajo la civil los cementerios civiles, debiendo desaparecer de estos últimos todas las inscripciones y símbolos de sectas masónicas y cualesquiera otros que de algún modo sean hostiles u ofensivos a la Religión Católica o a la moral cristiana.

En lo que concierne a Santurtzi, el primer Ayuntamiento franquista encarga a Anastasio Amesti la construcción en lugar preferente de un panteón colectivo para las personas asesinadas en el asalto al barco prisión Cabo Quilates que habían sido enterradas individualmente en el cementerio. Este monumento funerario conmemorativo fue inaugurado el domingo 2 de octubre de 1938.

En los últimos 40 años han cambiado muchas cosas. A finales de los años 60, la transformación de la sociedad, el aumento del número de habitantes que viven en áreas urbanas y la limitación de espacio libre condiciona la morfología de los cementerios: comienzan a imponerse los bloques de nichos.

La ley 49/1978, de 3 de noviembre, de Enterramientos en Cementerios Municipales deroga la ley franquista de 10 de diciembre de 1938. Establece que los Ayuntamientos están obligados a que los enterramientos que se efectúen en sus cementerios se realicen sin discriminación alguna por razones de religión ni por cualesquiera otras y, en consecuencia, se elimina la separación física entre cementerios católicos y civiles.

La Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local establece que los municipios tienen competencia en materia de cementerios y servicios funerarios. Esta competencia supone, además, una obligación por lo que deberá prestarse en todos los municipios, con independencia de su número de habitantes. Los vecinos pueden exigir la prestación de este servicio público que, en el caso de Santurtzi, se regula mediante un Reglamento de Régimen Interior del Cementerio municipal aprobado en el pleno celebrado el 27 de febrero de 2015.

Respecto a los ritos fúnebres y oficios mortuorios, las prácticas seguidas durante siglos comienzan a abandonarse en una sociedad cada vez más secularizada y van quedando en el olvido. La sociedad cambia y resulta inevitable que también lo hagan sus costumbres. Las prácticas mortuorias siguen siendo manifestaciones de tristeza, pero con rituales y manifestaciones de dolor acordes a los tiempos que nos ha tocado vivir. Son rarísimos los funerales de cuerpo presente. Cada vez son más numerosas las ceremonias civiles en tanatorios y la cremación posterior. Es cada vez más habitual prescindir de los cementerios y depositar las cenizas en lugares por los que los familiares fallecidos sentían especial aprecio.

Sin embargo, hasta no hace muchos años, cuando fallecía un familiar se amortajaba y velaba al difunto en su domicilio durante un día (alrededor de veinticuatro horas). El siguiente paso era la conducción del cadáver a la parroquia. El cadáver se deposita en una caja de madera, el ataúd. La salida del féretro del domicilio, se producía siempre con los pies por delante, costumbre que ha derivado en la aparición de la conocida expresión popular. Para el traslado hacia la iglesia, se organizaba una comitiva con un orden determinado. Lo normal era que la caja mortuoria fuese llevada en andas, apoyada sobre los hombros de cuatro individuos, familiares o amigos del finado. Finalizado el oficio funeral se trasladaba el cadáver al cementerio en donde recibía sepultura.

Para ilustrar parte de estas costumbres podemos recurrir a las imágenes del funeral de Manuel Martín Doradel, presidente de la Cofradía de Pescadores y concejal en el Ayuntamiento. Manuel Martín, Maneko, falleció en agosto de 1961.

Otra de las costumbres que en este caso aún pervive es la visita anual al cementerio el primero de noviembre, cuando la Iglesia Católica celebra la festividad de Todos los Santos. Cientos de santurtziarras se acercan al cementerio municipal para honrar a sus familiares difuntos. El Ayuntamiento pone a punto las instalaciones y los santurtziarras limpian y engalanan las sepulturas con adornos florales. Aunque para no faltar a la verdad, cada vez son menos.

Otra costumbre ya desaparecida con los nuevos tiempos era la de aprovechar esa festividad para estrenar nueva ropa de invierno: el abrigo o la gabardina. La visita al cementerio era un acto social al que había que ir con las mejores galas.

Todos estos cambios pueden en un futuro complicar las investigaciones genealógicas para las que los libros de enterramiento, las esquelas y los recordatorios son fuentes de información muy útiles.

En la actualidad, los cementerios se han convertido en un recurso turístico-cultural. Se ofrecen visitas guiadas a los principales cementerios que contienen sepulturas realizadas por arquitectos y escultores y que constituyen verdaderas obras de arte al aire libre.

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Como decíamos en la entrada precedente, el 3 de abril de 1787 se emite la Real Cédula en la que el rey Carlos III decreta la obligación de construir recintos dedicados a cementerios alejados de los núcleos de población para velar por la salud pública.

Esta Real Cédula se complementa con la circular firmada por Carlos IV el 28 de junio de 1804 en la que se especifica algunas características morfológicas que deben cumplir esos nuevos  cementerios. Deben construirse en sitios elevados, bien ventilados, aprovechando, si es posible, ermitas preexistentes que puedan reutilizarse como capillas. Deben elegirse terrenos cuyas características faciliten la degradación de la materia, sin posibilidad de efectuar contacto con las capas freáticas. El área destinada a los enterramientos deberá estar descubierta, al aire libre, y disponer de espacios específicos para párvulos, clérigos, etc. en su interior. Se permite la erección de sepulturas de distinción (capillas y panteones). El recinto deberá cercarse con un muro o una valla de dos metros de alto para impedir el paso de animales o personas que pudieran profanarlos. El acceso a los cementerios se hará a través de puertas de hierro con candado.

Respecto al tamaño, la superficie del cementerio deberá ser tal que sus medidas permitan asumir las necesidades de inhumación de cadáveres de un año, calculados según el recuento estadístico de los cinco últimos años como media, con dos cadáveres por sepultura y un período de tres años para la consunción de los restos orgánicos.

Respecto a la distancia que separa el nuevo cementerio del núcleo de población, esta se relaciona con el número de habitantes. Si la localidad sobrepasa los 20.000 habitantes el cementerio se ubicará a más de dos kilómetros, si tiene más de 5.000 habitantes se ubicara a más de un kilómetro y para poblaciones más pequeñas serán suficientes 500 metros. Habría ciertas excepciones en el caso de núcleos dispersos dentro de un mismo municipio.

Sin embargo, la circular de Carlos IV no determina la jurisdicción municipal o eclesiástica de las nuevas construcciones. Surge así una jurisdicción mixta eclesiástico-civil del cementerio. La legislación desarrollada a  lo largo del siglo XIX establece que compete a los ayuntamientos la creación, conservación y custodia de los cementerios. Así lo establece la ley 8 de enero de 1845 y la de 21 de octubre de 1868. El expediente del cementerio deberá ser instruido por el Ayuntamiento, contando con la asesoría de la Junta Municipal de Sanidad y el cura párroco. El plano será autorizado por un arquitecto, ingeniero o maestro de obras.

Como he comentado en la entrada precedente, no he encontrado hasta el momento ningún documento relativo a la construcción del nuevo cementerio que sí que parece cumplir los requisitos contenidos en la circular de Carlos IV. Afortunadamente sí que he encontrado un interesante documento fechado el 29 de febrero de 1844: un informe de la comisión nombrada por el Ayuntamiento de Santurce para reconocer e inspeccionar el cementerio o camposanto del concejo. La comisión está constituida por Juan Francisco de Arrarte, Leonardo de Zuazo y Manuel de Llantada, el cura párroco, Nicolás de la Pedraja en aquel entonces, y el cirujano Justo de Cosca.

De este informe se deduce información muy interesante. La comisión advierte que son necesarias algunas reformas en el muro perimetral, puerta de acceso y en el propio interior del cementerio. Deduzco que el cementerio lleva unos cuantos años en uso y se ha ido deteriorando por falta de mantenimiento.

Esta reforma se acomete en algún momento después, aunque no tengo datos precisos. Es interesante una referencia que aparece en los libros de cuentas de la parroquia de san Jorge en 1857. Se anota un ingreso de 532 reales procedentes de la venta al Ayuntamiento del terreno de la ermita del beaterio de la Merced para ampliación del cementerio.

Parece ser que el encargado de redactar el proyecto es el arquitecto Antonio de Goycoechea Ercoreca, el mismo que realiza la antigua Escuela de Náutica, según se desprende de la correspondencia intercambiada entre Cristóbal de Murrieta y Juan María Ybarra. Y se erigirá una capilla particular propiedad de los Murrieta. En este camposanto recibirá sepultura el cadáver del prócer local a finales de agosto de 1869.

Quien puede recibir sepultura en el cementerio quedaba en manos de las autoridades eclesiásticas. Esto constituirá un crónico tema de fricción entre las autoridades eclesiásticas y municipales. Dado que el espacio del cementerio se circunscribe al mundo católico, quedan fuera de él todos los que no se integran en la comunión de fieles con derecho a sepultura en tierra consagrada: apóstatas, excomulgados, suicidas y pecadores públicos.

Avanzado el siglo XIX, se incorpora la libertad de cultos al ordenamiento jurídico (constitución de 1869, constitución de 1876) y se amplían los cementerios con espacios para los no católicos, adyacentes a los cementerios católicos pero claramente separados. Los terrenos contiguos deberán estar rodeados de un muro similar al del camposanto católico. El acceso se hará por una puerta principal independiente por el que entrarán los cadáveres para ser inhumados y las personas que los acompañen.

Así, en octubre de 1880, el Ayuntamiento de Santurce procede a sacar en pública subasta las obras de construcción de un cementerio para los no católicos y niños sin bautizar (para disidentes en el documento original). Se adjudica el remate de las obras a Manuel Calvo por un importe de 1.967 pesetas. El proyecto de esta ampliación es redactado por el maestro de obras Francisco de Berriozábal.

La puerta de acceso, según se presenta en el proyecto, no puede ser más tétrica.

Casi al mismo tiempo se acomete la ampliación del viejo cementerio y la construcción de un segundo cementerio entre los barrios de Nocedal y Ortuella por ser insuficiente el primero, debido al notable incremento de población experimentado en la zona minera del entonces Concejo de Santurce. La Diputación de Bizkaia aprobó su construcción el 29 de julio de 1882 y se inauguró el 20 de noviembre de 1883. El proyecto fue obra del arquitecto Casto de Zavala Ellacuriaga (Elorrio, 1844 – 192?).

Respecto a la ampliación del cementerio ubicado en el “casco”, se conservan planos firmados por el maestro de obras Francisco de Berriozábal. Parte de los terrenos que se añaden al cementerio eran propiedad de Casilda de la Quintana Murrieta. La ampliación fue realizada por el contratista Juan Urrutia y con ella prácticamente se dobla la superficie del camposanto.

En 1898 el arquitecto Emiliano Pagazaurtundua levanta un nuevo plano que no difiere demasiado del anterior. En 1904 el mismo arquitecto estipula las condiciones con arreglo a las cuales se construirá una caseta con destino a depósito de cadáveres y sala de autopsias.

En aquellos primeros años del siglo XX la cesión de una parcela de 12 metros cuadrados costaba entre 675 y 900 pesetas. Las familias más pudientes solicitaron parcelas de entre 4,5 y 12 metros cuadrados para emplazar sus panteones familiares (Alzaga, Amezaga, Aramburuzabala, Balparda, Basaldua, Basarte, Castaño, Goyarzu, Mendizabal, Murrieta, Pagazaurtundua, Quintana, Ulacia, etc.).

El 30 de abril de 1910 documentamos la primera propuesta para trasladar el camposanto de ubicación. El concejal Pablo Larrabide presenta una moción para clausurar el cementerio y trasladarlo a otro lugar con mejores condiciones higiénicas. El Ayuntamiento comisiona a José Loidi, Juan José Mendizábal, al arquitecto Emiliano Pagazaurtundua, al médico titular Guillermo Gorostiza y al proponente para que informen al respecto. En mayo se acuerda ejecutar trabajos de calicatas en un terreno de Bizio, en el barrio de Kabiezes, para conocer las condiciones edafológicas del mismo. Para finales de 1911 ya se ha decidido que ese emplazamiento es idóneo y se autoriza a la comisión para que se entienda con los propietarios de los terrenos. La construcción del nuevo cementerio se demora por las dificultades económicas que tiene el Ayuntamiento para afrontar la tarea a pesar de que es evidente que el viejo cementerio es insuficiente y está enclavado en el centro el pueblo, junto al hospital asilo y las escuelas municipales y en un plano superior por lo que se producen filtraciones de líquidos de putrefacción.

En la imagen siguiente, fechada en 1925, se señala con una flecha roja el cementerio católico y con una flecha amarilla el cementerio para disidentes.

Imágenes con más detalle del viejo cementerio apenas existen. Se conserva una, de cuando ya había sido clausurado, en el que se aprecia el arco neogótico de acceso.

A finales de 1923, la Comisión de Fomento informa que las campas de Vicío en Cotillo cumplen con los requisitos exigidos para construir el nuevo cementerio y, en consecuencia, el Ayuntamiento acuerda aceptar dicho emplazamiento y encargar al arquitecto Emiliano Pagazaurtundua el proyecto. En junio de 1925 se aprueba el proyecto. Se procede a la expropiación de los terrenos afectados y se adjudican las obras en marzo de 1928 al contratista Juan Dimas Garmendia, vecino de Portugalete, por la cantidad de 92.100 pesetas. Pero esto ya forma parte de la historia del cementerio actual…

El 20 de mayo de 1930 se procedió a la clausura del viejo cementerio y a la inauguración del nuevo cementerio, ubicado en el paraje Bizio, en el barrio de Kabiezes. Nuevamente se alejaba del centro de la población. La prensa de la época reseñaba la noticia con detalle.

En julio de 1931 se acuerda instalar un cierre de madera en las puertas del cementerio católico y civil recién clausurados para evitar que se vea el interior de éstos. Y una de las últimas menciones al cementerio viejo la encontramos en 1947. Una vez clausurado el cementerio el solar permanece sin uso durante quince años. Pasado ese tiempo, el Ayuntamiento acuerda con Anastasio Amesti su limpieza de escombros y piedra para poder disponer del terreno en el futuro. Así mismo, el Ayuntamiento había encargado con anterioridad al maestro cantero el traslado al nuevo cementerio de las tumbas de los hermanos Gómez Marañon y del médico Lino A. Rúa.

No puedo acabar la entrada sin recordar que hasta 1933 los barrios de Galindo, La Sierra, Rivas y Repélega pertenecían al municipio de Santurtzi y, en consecuencia, sus vecinos al fallecer eran enterrados en el cementerio viejo. Los cortejos fúnebres cruzaban todo Portugalete hasta llegar a su destino final y provocaban, a menudo, quejas de los vecinos y regidores de la villa jarrillera por el itinerario elegido.

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La interesante historia de los cementerios santurtziarras, que he resumido en el artículo publicado en noviembre en ensanturtzi.com, puede dividirse en tres periodos:

  • hasta aproximadamente 1815, cuando los enterramientos se hacen en torno a la iglesia y en su interior,
  • entre 1815 y 1932, cuando se realizan en el cementerio viejo,
  • y desde 1932, cuando se realizan en el cementerio actual.

En primer lugar, hay que aclarar que enterrar a los difuntos en el entorno de los templos data de antiguo y es previa a los efectuados en el interior. En Bizkaia existen numerosos ejemplos de cementerios de la Alta Edad Media situados en torno, alrededor, o junto a un templo. A partir del siglo XII comenzaron a realizarse enterramientos en el interior de las iglesias, sobre todo en las pertenecientes a órdenes religiosas. Esta costumbre se consolida por razones religiosas y económicas. Se pensaba que los enterramientos en el interior del templo hacían más efectivos los sufragios por el alma de los difuntos, al facilitar el recuerdo de los muertos y favorecer la intercesión de los santos. Y la Iglesia no lo desmentía porque, a la vez que conformaba a los creyentes, constituía una muy buena fuente de financiación de las arcas eclesiásticas. Para el siglo XVI ya era general la costumbre de enterrar dentro de las iglesias, que perdurará hasta el siglo XIX.

Los enterramientos en el interior de los templos generalmente ocupan bien los tramos delanteros o los traseros de la nave central. Las tumbas pueden ser simples fosas abiertas en la tierra sobre las cuales se disponen cubiertas de madera o sepulturas más elaboradas construidas con piedras y ladrillos y cubiertas por dos o tres losas de piedra. Esto en lo que concierne a sepulturas de personas comunes ya que las familias más distinguidas económica y socialmente tenían sus propios enterramientos, más o menos elaborados artísticamente, dentro de los templos. Tanto el clero parroquial como las distintas comunidades religiosas tenían instalado su propio osario en lugar privilegiado, cerca del presbiterio o en torno al altar mayor.

Según constatan sus respectivos libros de fábrica, una mayoría de templos vizcaínos renuevan a lo largo del siglo XVIII, fundamentalmente a mediados de siglo, sus necrópolis interiores, reestructurando el espacio sepulcral. En el territorio perteneciente al Obispado de Calahorra-La Calzada, en el que se incluía Santurtzi, una norma de 1700 establece que no puede utilizarse una sepultura hasta que no haya transcurrido un año desde el último enterramiento, y cuando se haga, se vacíe la tumba y se llene de tierra. Por lo tanto, lo más habitual era el vaciado de la sepultura antes de proceder a una nueva inhumación y el traslado de los huesos al osario. Los osarios se construyen, reconstruyen y trasladan tantas veces como sea necesario. La presencia de osarios localizados en el interior del templo o adosados a alguno de sus muros exteriores o incluso un poco alejados de la iglesia es una práctica generalizada.

En lo que concierne a San Jorge de Santurtzi, en 1605, el visitador general del arzobispado de Burgos, el licenciado Antonio de Valderrábano, mandó que las sepulturas que estaban de media iglesia hacia adelante se llenaran de tierra y se allanase el suelo, para que el nivel llegase hasta la primera grada que llevaba a la capilla mayor. Seguidamente, indicaba que, en el crucero de la iglesia, las gradas del altar mayor se iniciaban sobre la sepultura de Lope de Bañales (señor de la casa-torre de Bañales en Santurtzi, fallecido en 1563), y ordenaba a su sucesor, Martín de Bañales, que la quitase y sacase de la iglesia, dejándola desembarazada, sin bulto ni tumba, y que una vez quitada la tumba pudiese poner en su lugar una piedra y lápida sobre dicha sepultura, la cual podría elevarse media cuarta de vara.

Respecto al cementerio anexo, en un testimonio notarial otorgado por Antonio de Laya y Murga en 1668 se levanta acta de la colocación de veintidós cureñas en el cementerio de la iglesia de San Jorge de Santurce, y sus alrededores, por orden de don Pedro de Amabiscar, Síndico Procurador General de las Encartaciones.

Este testimonio viene confirmado en la imagen, correspondiente a 1684, incluida en informe que el capitán portugalujo Juan de Taborga realizó sobre las baterías de costa que protegían el Abra. En el dibujo se aprecian las baterías y otros edificios significativos en el puerto. En el centro se encuentra representada la iglesia de San Jorge con todo el recinto que le circunda destinado a cementerio.

Entre febrero y abril de 1990 se realizaron obras de pavimentación del suelo de la iglesia y se aprovechó para realizar un limitado estudio arqueológico de los restos descubiertos durante las obras. Se pudo observar que el nivel del suelo había sido elevado un metro aproximadamente con relleno de tierra traída de fuera, tierra oscura y suelta que presentaba abundantes restos óseos humanos del siglo XVIII sin conexión anatómica alguna y procedentes de ese cementerio anexo al templo, ubicado a su alrededor.

Apareció además un elemento relevante, la tapa de sarcófago con base plana y a dos aguas, con acanaladuras longitudinales remarcando las aristas y bordes de la pieza, que cronológicamente habría que datar o situar en la Baja Edad Media. Hoy permanece olvidada en una esquina de la iglesia.

Y lo más importante, aparecieron restos pétreos prerrománicos cuyo origen sería la primitiva ermita que se dataría en los siglos VIII o IX, pero este es otro tema…

Mediado el siglo XVIII el reformismo ilustrado desarrolló una intensa campaña de tipo higienista contra los enterramientos en el interior de los templos y en los atrios de las iglesias parroquiales situadas dentro de los núcleos urbanos, ya que el incremento demográfico empezaba a originar graves problemas de salubridad.

Con motivo de una virulenta epidemia sufrida en Pasaia (Gipuzkoa) en 1781, el hedor que se percibía en la iglesia parroquial era insoportable, además de insalubre. El 3 de agosto de 1784 una Real Orden de Carlos III disponía que a partir de entonces los cadáveres no fueran inhumados en las iglesias. Tres años más tarde, esta medida fue ratificada por una Real Cedula firmada el 3 de abril de 1787. Carlos III ordena que los enterramientos se realicen en cementerios y que éstos se construyan alejados de las poblaciones.

Sin embargo, la aplicación de esta orden se dilató al menos hasta la primera década del siglo XIX, tanto por las limitaciones presupuestarias de las administraciones parroquiales como por las resistencias de los feligreses apegados a sus creencias y tradiciones y la oposición de la Iglesia, que la consideraba una injerencia inaceptable del Estado en sus prerrogativas en el ámbito funerario. Además, la medida le causaría un importante perjuicio económico por la pérdida de ingresos por derechos de sepultura.

Según la Real Cédula, la construcción de los nuevos cementerios requiere el acuerdo entre autoridades civiles y eclesiásticas,  la ejecución de las obras se hará con el menor coste posible y se costearán con fondos parroquiales y públicos, más o menos al 50%. En caso de discrepancia se impondrá la resolución de la autoridad civil.

La construcción de cementerios alejados de los núcleos de población no fue inmediata, al contrario se demoró y mucho. Prácticamente antes del comienzo del siglo XIX no se había llevado a cabo ninguna edificación mortuoria de este tipo de forma generalizada. En consecuencia, Carlos IV en una circular de 28 de junio de 1804 reitera las órdenes, por entonces incumplidas, de la Cédula de su antecesor. Se recordaba, una vez más, la idoneidad de construir los cementerios fuera de las poblaciones, de acuerdo a una serie de recomendaciones: situarlos en lugares altos, alejados del vecindario y sin filtración de aguas. José Bonaparte, en un decreto de 4 de marzo de 1809, establece que para el día 1.º de noviembre de ese año se arrestase a los miembros de la Clerecía y las Municipalidades que no hubieran cumplido con su obligación en cuanto a la construcción de cementerios. A partir del 31 de octubre de 1814, la Diputación dispuso que no se enterrara cadáver alguno en las iglesias.

Por tanto, la llegada del siglo XIX viene a marcar el abandono del interior de los templos con fines sepulcrales, transfiriéndose dichas funciones a los camposantos externos, que están ya construidos en el primer cuarto del siglo XIX. Y así debe suceder en Santurtzi aunque no he encontrado, hasta el momento, datos concretos de la construcción del primer cementerio de nuestro municipio. Cierto es que hacia 1815 se procede a entarimar el suelo para hacerlo más firme y sólido. Es en ese momento cuando se nivela el subsuelo y se rellena hasta conseguir una superficie totalmente plana sobre la que instalar la tarima de madera. Y así se abandona definitivamente la costumbre de enterrar a los difuntos en el interior de la iglesia.

La construcción de este nuevo cementerio, hasta cierto punto alejado de la iglesia de san Jorge tiene, relación con la necesidad de edificar una casa consistorial que hasta entonces no había hecho falta ya que los cementerios adosados a los muros exteriores de iglesias parroquiales tenían otra función, que ahora puede parecernos asombrosa o extraña. Eran los lugares en donde se reunían los habitantes de un concejo en asamblea. La costumbre de reunirse en los cementerios para celebrar ayuntamientos se reforzó cuando la mayor parte de estos cementerios adosados se cubrieron con pórticos. De hecho en la documentación de los siglos XVI al XIX se utilizan indistintamente los términos cementerio, atrio y pórtico para hacer alusión a una misma realidad. De aquí procede la denominación de anteiglesia que emplean muchos municipios de Bizkaia.

Así, el 1 de julio de 1827 el Ayuntamiento del Concejo de Santurce inauguraba y se reunía por primera vez en la primera casa consistorial de su historia. Hasta ese momento, las asambleas de regidores y vecinos, en el tradicional concejo abierto, se habían realizado en el cementerio anexo a la iglesia de San Jorge, bajo su pórtico. Hasta entonces, la iglesia parroquial había sido no solo el centro de la vida religiosa sino también de la civil del municipio y en su archivo se custodiaban no solo los libros de culto y clero, incluidos los de la cofradía de pescadores, sino también los libros de actas del concejo. Nuevos aires llegaban, poco a poco, a Santurtzi.

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Hoy presentamos una curiosa representación del Abra y de la barra de Portugalete realizada en el otoño de 1781 por un viajero estadounidense, el pintor, arquitecto y escritor John Trumbull (1756-1843).

Este personaje trabajó como asistente de George Washington durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y después como secretario del embajador John Jay en Londres. En 1784 estudió pintura con Benjamin West como maestro y con esta influencia comenzó a crear la famosa serie de cuadros y grabados históricos a los cuales les dedicaría toda su vida, a los que debe su fama y el apodo de “pintor de la revolución”.

Esta representación en tinta y aguada de John Trumbull, titulada por el autor View toward the Bar of Bilbao, pertenece a una serie de dibujos realizados con la misma técnica que Trumbull realizó a bordo del South Carolina en agosto y septiembre de 1781 durante el prolongado y tortuoso viaje del citado buque desde Texel (Países Bajos) hasta fondear, casi sin provisiones, en el puerto de La Coruña después de haber rodeado las Islas Británicas. La mayoría de los dibujos se conservan en la Sterling Memorial Library, la principal sede  de la red de bibliotecas de la Universidad de Yale en New Haven (Connecticut).

Desde La Coruña Trumbull se dirigió a Bilbao en el Cicero. El normalmente corto trayecto (entre dos y tres días) entre los dos puertos duró veintiún días por el mal tiempo y diversos contratiempos. Llegó a Bilbao poco antes del 26 de octubre y permaneció allí hasta aproximadamente el 10 de diciembre de 1781. Durante este viaje John Trumbull estuvo acompañado por el mayor William Jackson que tenía a su cargo a Charles Adams, hijo de John Adams, segundo presidente de los Estados Unidos.

El Cicero embarcó una carga y se pertrechó para zarpar rumbo a America. Partió ría abajo y se encontró en la desembocadura con un fuerte viento del norte que producía un fuerte oleaje sobre la barra de arena que imposibilitaba cruzarla. El calado era insuficiente incluso para un pequeño barco del tamaño del Cicero. Tendrían que esperar en Portugalete hasta la siguiente marea viva. Trumbull decidio regresar a Bilbao y esperar allí. Al final casi pierde la ocasión de embarcar. El propio Trumbull narra los acontecimientos en su autobiografía.

Es una pena que la rada de Santurtzi no aparezca en la imagen, queda oculta detrás de la peña de la izquierda. El dibujo de Trumbull es interesante porque representa una escena bastante habitual: un grupo de traineras intentan guiar y remolcar al navío que se encuentra detrás a través de la peligrosa barra de arena. Una situación similar a la representada en otra imagen más o menos contemporánea, de 1740, pero vista desde la orilla opuesta, la margen derecha.

 

 

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Las Jornadas Europeas del Patrimonio se celebran desde 1991 por iniciativa del Consejo de Europa en colaboración con la Unión Europea. Tienen como objetivo fundamental establecer una conexión entre la ciudadanía y su patrimonio. Visitas guiadas, rutas e itinerarios, conferencias, exposiciones, conciertos y otras manifestaciones culturales pretenden que el visitante se identifique con el lugar visitado, se reconozca en él, lo valore y promueva su conservación.

Como cada año, las Jornadas Europeas del Patrimonio cuentan con un tema, un hilo conductor que trata de dar unidad a las numerosas actividades que municipios, museos, asociaciones, empresas e incluso particulares ofrecen en Bizkaia. En esta ocasión tienen como tema central mostrar el papel de la mujer en la construcción de nuestro patrimonio. Se trata de interpretar el patrimonio desde una perspectiva de género para ver la indudable aportación de las mujeres en la conformación, transmisión y preservación de los bienes muebles e inmuebles, materiales e inmateriales, que conforman el patrimonio cultural de Bizkaia.

Cinco profesiones femeninas relacionadas con el Abra y la ría serán las protagonistas de las Jornadas Europeas de Patrimonio en Santurtzi: las portuarias, las rederas, las sardineras, las sirgueras y las trabajadoras de las fábricas de salazones y conservas. Pero no nos olvidaremos de su papel en las actividades agrícolas y mineras cuando el Concejo de Santurce englobaba parte de los montes de Triano. Y tampoco de las abnegadas trabajadoras del matadero municipal.

Las actividades organizadas por el Ayuntamiento de Santurtzi son, como siempre, muy interesantes:

Las visitas guiadas por el Abra en la lancha en la que se procesiona a la Virgen del Carmen tendrán lugar los sábados 6 y 13 de octubre y comenzarán a las 10 de la mañana. Para apuntarse se puede acudir a la Oficina de Turismo, en el puerto pesquero, enviar un correo electrónico a turismo@santurtzi.eus o llamar al tfno. 94 483 94 94.

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Con motivo del 50 aniversario de la inauguración del monumento a la sardinera, el Ayuntamiento organizó en 2014 una fiesta popular, el primer Sardinera Eguna, con vocación de perdurar en el tiempo con sucesivas ediciones. Y así, cada año se aprovecha la jornada festiva para homenajear o reivindicar algún aspecto relacionado con la memoria histórica, con nuestro pasado marinero.

En 2015, se recuperó un elemento muy importante dentro del patrimonio etnográfico santurtziarra: la amplia cesta que llevaban las sardineras sobre sus cabezas, de la que, desgraciadamente, no se conserva ningún ejemplar original en nuestro municipio.

En 2016, aprovechando que se conmemoraba el centenario de la construcción de la actual sede de la Cofradía de Pescadores de San Pedro, la Casa para Venta del Pescado, se realizó un homenaje a todos nuestros arrantzales representados por su Cofradía de Pescadores, entidad que, durante el último siglo, ha sido un referente en la vida del municipio.

En 2017, el acto más relevante de la jornada fue la recreación de un aurresku de honor bailado por mujeres el 11 de septiembre de 1921 para rendir tributo a los bogadores del pueblo que ganaron una de la primeras regatas del Abra.

Dos actividades tradicionales, las danzas y las regatas, se unían en un acto que, además, tenía una significación especial pues se celebraba también el cincuentenario de la creación del club de remo Itsasoko Ama.

Este año, el programa de actividades vuelve a ser amplio y diverso, pero en él destacaría el homenaje a las rederas, mujeres encargadas de confeccionar y reparar los artes de pesca. Muchas de ellas ejercían el trabajo desde niñas y por sus manos expertas pasaban todos los bolintxis de las lanchas del pueblo. A pesar de ser imprescindible para el sector pesquero, el oficio de redera careció de reconocimiento profesional hasta hace muy poco tiempo.

Para no olvidarnos de ellas un mural realizado por Jon Mao en el puerto nos recordará permanentemente a las mujeres de la mar: sardineras, rederas, portuarias, etc.

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El Ayuntamiento de Santurtzi, a través de la Oficina de Turismo, ha instalado junto a la entrada de la iglesia de San Jorge un cartel con codigo QR que permite realizar un tour virtual de este singular edificio. Se accede a una vista en 360 grados del interior del templo y permite además conocer el origen y la historia del templo y, por ende, de nuestro municipio.

Esta es la dirección a la que reenvía la lectura del código QR: https://my.matterport.com/show/?m=eUb9csYg7i3

Pulsando en los diferentes iconos de la aplicación se accede a un vídeo de la tradicional procesión marinera que se celebra desde 1907, diferentes explicaciones sobre la figura de san Jorge y la Virgen del Carmen, las caracteristicas arquitectónicas y artísticas del edificio, sus imágenes de culto y sus vidrieras, el órgano recién restaurado, avatares y sucesos significativos como el incendio de 1932, etc. y la importancia que tuvo en la vida diaria de los vecinos de Santurtzi y de los arrantzales en particular.

Además, para promocionar aún más el conocimiento de la historia y el simbolismo de la iglesia de San Jorge, origen de nuestro municipio, entre vecinos y visitantes, la Oficina de Turismo ha programado por primera vez una serie de visitas guiadas in situ que se celebrarán los sábados de julio, agosto y septiembre a las 17:30 horas. La primera hoy 14 de julio. Más información en la propia Oficina de Turismo de Santurtzi.

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Tenía en mente, desde hace bastante tiempo, dedicar una serie de entradas a los apellidos más característicos de Santurtzi: los originados en topónimos locales (Balparda, Cotillo, Higareda, Mello, Oyancas, Villar, etc.) y otros muchos que aparecen registrados en los libros sacramentales de la parroquia matriz de nuestro municipio, San Jorge, con anterioridad a 1901.

Pero, precisamente por falta de tiempo y porque la investigación genealógica [Primeros pasos 1, 2 y 3] ha de ser concienzuda y sistemática no había abordado la tarea. Sin embargo, voy a hacer una excepción con un apellido que, por su singularidad, merece iniciar la serie. Se trata del apellido Urrestizala / Urrustizala que nace en nuestro municipio a finales del primer tercio del siglo XIX. En la actualidad, casi el 100% de las personas que tienen este apellido viven en Bizkaia, en Santurtzi y municipios aledaños. Esta es la historia de un apellido que nació para la Historia un 3 de junio de 1827.

Todo comienza cuando, en la tercera década del siglo XIX, tres hermanos naturales de Zaldibia (Gipuzkoa), hijos del matrimonio constituido en 1793 entre Juan Antonio Ruiz y Salas Irastorza (Lazkao, 1768) y de María Josefa Maiz Aramburu (Zaldibia, 1762) se desplazan de Gipuzkoa a Bizkaia.

Estos son los registros indexados que podemos consultar en la web del Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián del bautismo del padre y del matrimonio. Como podemos observar el primer apellido de Juan Antonio se registra de dos formas diferentes.

En 1822, 1828 y 1829 los hermanos Miguel Ignacio, Marcos Antonio y Maria Ignacia Ruiz de Salas [Sales, en alguna ocasión] Maiz contraen matrimonio en Santurtzi. Estos son los registros que podemos consultar en el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia:

Esta es la reproducción del asiento del matrimonio del primer Ruiz de Salas que se avecina en Santurtzi.

En el denominado Censo de Policía de 1826 podemos observar registrado un estadio intermedio entre Ruiz de Salas y Urrestizala. Se trata de la variante Rustizabal.

Ruistizabal

El apellido Urrustizala surge al registrar los bautismos de los hijos de Miguel Ignacio Ruiz de Salas Maiz y de Juana Josefa Ayesta Olano:

Y aquí la reproducción de la partida de bautismo de Gregorio Ysaac, el primer Urrustizala de la historia, facilitada por el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia.

Paralelamente, los hijos de Marcos Antonio y Maria Ramos Nieto son inscritos algunos con apellido Ruiz de Salas y otros con Urrustisales, e incluso con la variante Hustisola:

Por otra parte, los hijos de Maria Ignacia Ruiz de Salas Maiz y de Miguel Esteban Loñaz Chinchurrueta [y sus variantes] conservan, sin alteración, el apellido Ruiz de Salas:

Entre 1850 y 1880 se celebran cinco matrimonios de miembros de esta familia en Santurtzi y Zierbena. Desgraciadamente, el registro de matrimonio entre José Urrustizala con Manuela Tajada, celebrado probablemente en 1859 o 1860, no aparece. En consecuencia, desconocemos cómo se identificó realmente, aunque es probable que, por como aparecen registrados los bautismos de sus hijos, lo fuera con la variante Gorostizala. Para incluirlo en el siguiente listado he empleado el nombre y apellidos utilizados en su bautismo.

  • La descendencia del primero de estos cinco matrimonios (Gregorio y Felipa) es la siguiente:

Como se puede observar, las variantes del apellido son numerosas. Y, además, una misma persona Pío Juan es registrado de manera diferente en su bautismo [Urrustizala] y en su matrimonio [Urrestizala]. Esto es habitual y lo vemos en otras ocasiones en los siguientes grupos familiares.

  • La descendencia del segundo matrimonio (Vicente y Gumersinda) es la siguiente:

La mayoría de los hijos de este matrimonio se registran con el apellido Urrustizala.

  • La descendencia del tercer matrimonio (José y Manuela) es la siguiente:

Todos sus hijos se registran con el apellido Gorostizala. Se puede observar que dos hermanos (Vicente y José) contraen matrimonio con dos hermanas (Gumersinda y Manuela) y, sin embargo, sus hijos, primos entre sí, se registran con versiones diferentes del mismo apellido.

  • Los hijos del matrimonio formado por Juan Urrestizala y Eustaquia Macayo aparecen registrados en el libro de bautizados de la siguiente manera:

  • Los hijos del matrimonio formado por Agustín Urrestizala y Josefa Barroeta se registran de la siguiente manera en el libro de bautizados:

Con el tiempo, desaparece en Santurtzi todo rastro del apellido Ruiz de Salas y se impone como alternativa la variante Urrestizala frente a otras como Urrustizala o Gorostizala, esta última predominante en el vecino municipio de Zierbena.

En el Diccionario Onomástico y Heráldico de Jaime de Querexeta está incluida la variante Urrustizala (tomo IV, pág. 349). Sin embargo, a la vista de la evolución del apellido, se hace difícil aceptar que Urrustizala / Urrestizala, en cuanto a etimología, tenga relación con términos derivados de urrutz = avellano.

En el Ensayo de un padrón histórico de Guipúzcoa según sus familias pobladores de Juan Carlos de Guerra la entrada correspondiente a Salas nos reenvía a Ruiz de Salas. En ella aparece una referencia a un personaje apellidado Ruiz de Salas en Gipuzkoa en 1725.

Una exhaustiva investigación de un miembro del grupo de Facebook de aficionados a la Genealogía denominado Zumbados por la Genealogía, Francisco Javier Meléndez Valero, ha permitido remontar el linaje hasta comienzos del siglo XVII, al localizar en el Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián el bautismo en 1614 de Miguel Ruiz Salas.

El linaje se afinca y desarrolla en varias localidades de Gipuzkoa, fundamentalmente en Donostia, y durante un siglo y medio va alternando diversas versiones del apellido: Ruiz de Salas, Ruiz de Sales, Salas, Sales, etc.  Y como hemos visto, su transformación más radical se produce al pasar a Bizkaia, concretamente a Santurtzi.

Tengo que agradecer a Itziar Murua, María Jesús Nieto y Francisco Javier Meléndez Valero su colaboración para la realización de esta entrada, que espero que sea útil a los numerosos aficionados a la genealogía.

Por otra parte, Itziar Murua ha continuado investigando la descendencia, bastante prolífica, de este grupo familiar hasta la actualidad. Si tenéis interés podéis comunicaros con ella a través del grupo de Facebook Mamariga, el barrio más tradicional.

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Sexta entrada de la serie dedicada a recopilar las fechas más significativas de la historia de Santurtzi: fiestas tradicionales, hitos históricos, acontecimientos señalados, nacimientos y/o defunciones de personajes destacados, fechas de creación de entidades (colegios, clubes deportivos, grupos de danzas, etc.), inauguración de infraestructuras, etc.

Esta es una de esas entradas en permanente construcción pues seguro que con el tiempo iremos añadiendo, entre todos, nuevos eventos al listado. Aquellos a los que ya haya dedicado una entrada en el blog irán adecuadamente enlazados. Los que no, seguro que son candidatos.

Este es el resultado provisional para el mes de junio:

  • 1 de junio de 1985: inauguración del Frontón de Larrea, aunque en la prensa de la época se denominaba Ikuste-Alai. Supongo que, como el grupo de viviendas en el que se ubica, ahora se denomina frontón Serantes.

  • 1 de junio de 2008: se publica la primera entrada en el blog El Mareómetro. Aunque su objeto de estudio es Portugalete, mucha de la información que publica tiene relación con nuestro municipio.

  • 1 de junio de 2016: fallece la sardinera Primitiva Santos Diez, «Primi».

  • 13 de junio de 1922: el Ayuntamiento nombra Hijo Adoptivo de Santurtzi al párroco Jenaro Oraá Mendia. Tiene, además, un relieve conmemorativo en la base del monumento a la Virgen del Carmen y una calle con su nombre.

  • 3 de junio de 1967: nace el diseñador Carlos Díez Díez, premio Santurtzi 2011.

  • 4 de junio de 1851: bautismo en Markina de Antonio Alzaga Arrieta, el primer alcalde del actual municipio de Santurtzi. En la actualidad una vía y una plaza en Kabiezes nos recuerdan al personaje. Antes, el espacio entre la casa consistorial y la iglesia de san Jorge llevó su nombre.

  • 4 de junio de 1995: se celebra el primer Ibilaldia en Santurtzi.

  • 5 de junio de 1972: se firma el decreto de erección de la parroquia María Madre de la Iglesia.

  • 5 de junio de 1975: fallece Gabriel Aresti Segurola. Una calle de nuestro municipio lleva su nombre desde el 19 de junio de 1980.

  • 5 de junio de 2009: creación de la Escuela Oficial de Idiomas de Santurtzi, que comparte edificio con el euskaltegi municipal.

escuela de idiomas santurtzi

  • 6 de junio de 1937: en esta nueva expedición a Francia, el Habana evacuó a más de 4.250 refugiados, muchos de ellos enfermos, de los cuales alrededor de 2.350 eran niños y casi una cuarta parte de los pasajeros abonaron su billete (los denominados pasajeros de pago).

  • 7 de junio de 1928: bando del alcalde Torrontegui prohibiendo la blasfemia.

  • 8 de junio de 1930: accidente del vapor pesquero Esperanza Nuestra.

  • 8 de junio de 1990:  inauguración del primer aparcamiento subterráneo en Santurtzi, bajo el patio del Instituto Kantauri.

 

  • 9 de junio de 1965: nace el pintor Víctor Goikoetxea Agirre, autor de los murales que decoran la escalera del palacio de Casa Torre.

  • 10 de junio de 1881: nace el músico Estanislao Gorrotxategi Sagastume, director de la banda de música entre 1910 y 1922.

Foto DNI Estanislao Gorrotxategi.jpg

  • 10 de junio de 1900: fallece Clara Murrieta Bellido, nieta de Cristóbal Murrieta e hija del primer marqués de Santurce.

  • 11 de junio: festividad de san Bernabé apóstol, patrón del Grupo Serantes (hasta marzo de 2016 grupo José María Larrea).

  • 11 de junio de 1937: evacuación de parte de los 270 niños afectados por tuberculosis ósea y hospitalizados en el Sanatorio de Gorliz. El resto de los niños fueron evacuados el día 13. En ambas ocasiones en el yate Goizeko Izarra (Warrior).

  • 13 de junio de 1892: fallece el maestro Luis Cirilo de Iza Aguirre, escritor en lengua vasca que nació en Bilbao en 1837 y murió en Santurtzi, en donde ejerció de maestro entre 1881 y 1892.

  • 13 de junio de 1937: se realiza una de las evacuaciones más conocida, a tan sólo seis días de la caída de Bilbao. Nuevamente el Habana salió de Santurtzi hacia Burdeos con 4.500 niños de los que 1.494, acompañados por 72 profesores, educadores y auxiliares y dos médicos, tenían como destino final la Unión Soviética. Eran los niños de Rusia. Ese mismo día, a la tarde, saldrían otros 300 niños a bordo del vapor Ploubazlanec, un barco fletado por el Socorro Rojo Internacional.

  • 14 de junio de 1905: nace el escultor Joaquín Lucarini Macazaga, prolífico escultor conocido, sobre todo, por la estatua de la sardinera.

  • 14 de junio de 1937: el mercante Seven Seas Spray sale del puerto de Bilbao con refugiados para Francia.

  • 14 de junio de 1985: inauguración de la primera edición de la feria del libro en Santurtzi.

  • 15 de junio de 1897: naufragio en las costas de Bretaña del vapor mercante Catón, propiedad de los señores Durañona de Santurtzi.

  • 15 de junio de 1904: nace la sardinera Tomasa de Pablos Bayón, “Pitxina”.

  • 15 de junio de 1929: autorización para construir una pasarela sobre las vías del ferrocarril.

  • 15 de junio de 1937: los destructores republicanos Císcar y José Luis Díez salen de madrugada de Santurtzi llevando a bordo 288 evacuados, a continuación salen el Warrior, el Thorpehall y el Alice Marie (en algunas fuentes su partida se data el día 17).

  • 15 de junio de 1968: fallece el sacerdote Elías Bravo Olano. Una plaza en Mamariga nos recuerda desde finales de 1994 a este entrañable personaje.

  • 16 de junio de 1887: muere Mariana García Lemoine, madre del primer marqués de Murrieta.

  • 16 de junio de 1912: fallece en Uruguay José Cosme de Arechavaleta Balparda, nacido en Urioste cuando este barrio pertenecía al Concejo de Santurce.

  • 16 de junio de 1929: nace el txistulari Eduardo Arnaiz Lanzagorta, miembro de la banda de txistularis de Portugalete.

  • 16 de junio de 1937: continúa la salida de pesqueros y mercantes hacia Santander. Entran allí con evacuados los mercantes Cabo CoronaZurriolaGaleaLolaMarqués de UrquijoMari ElviraAntonietaItxas-Zuri.

  • 17 de junio de 1920: explosión del vapor Víctor Rita. Fallecen los hermanos Celedonio, Marcos y Ulpiano Sebastián Durañona. Curiosamente su defunción se registra como ocurrida el día 16 de junio.

  • 17 de junio de 1923: inauguración del monumento conmemorativo de Cristóbal de Murrieta Mello y, secundariamente, de su socio Luciano de Murrieta Ortiz.

  • 17 de junio de 2018: fallece la sardinera Pilar Burgaña Echevarria, «la motriquesa»

  • 19 de junio de 1984: constitución del Centro Cultural de la Mujer de Mamariga.

Logo Centro Mujeres Mamariga

  • 21 de junio de 1974: se decide la instalación de la fuente de los monos.

  • 21 de junio de 2008: primera edición de la regala de veleros Regata Pirata organizada por Higarillo Belaontzi Elkartea.

  • 23 de junio de 1937: cuatro días después de la toma de Bilbao, las tropas franquistas ocupan Santurtzi. Ese mismo día el gobierno franquista derogaba el concierto económico para Bizkaia y Gipuzkoa.

 

  • 23 de junio de 1976: constitución de la Asociación de Vecinos Itsasoko Ama de Mamariga.

 

  • 24 de junio de 1894: la luz eléctrica llega a Santurtzi.

  • 25 de junio de 1937: fallece Estepan Urkiaga Basaraz “Lauaxeta”, fusilado a los 32 años de edad por las tropas franquistas. En nuestro municipio una calle perpetúa su memoria desde el 19 de junio de 1980.

  • 25 de junio de 1961: inauguración de la plaza de toros desmontable instalada en la playa del Higarillo.

  • 26 de junio de 1962: el Ayuntamiento compra en subasta pública el torreón del Serantes.

  • 26 de junio de 2017: el torreón y el fuerte del Serantes son declarados Bien de Interés Cultural.

  • 28 de junio de 2009: se crea el grupo de Facebook Santurtzi-Barrio San Juan del Rompeolas.

  • 28 de junio de 2014: entra en funcionamiento la estación de metro de Kabiezes.

  • 29 de junio: festividad de san Pedro, patrón del barrio de Kabiezes, titular de su antigua ermita y de la actual iglesia.

  •  29 de junio de 1888: el gobierno aprueba el proyecto presentado por Evaristo Churruca para la construcción del puerto exterior.

Evaristo Churruca

  • 29 de junio de 1961: constitución del grupo de danzas Mendi Alde.

  • 30 de junio de 1967: inauguración de la barriada de casas prefabricadas denominada El Burgo.

  • 30 de junio de 1971: inauguración del espigón nº 1 del Puerto Exterior.

 

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